El problema es que yo no creo en el destino.
No. No me gusta nada. Es más, me aterra la idea de que mi vida esté condenada planeada desde el momento en que nací. No quiero que nada ni nadie elija, controle o sepa lo que me va a pasar. Solo yo. Solo yo quiero tener el control sobre mis actos. Solo yo quiero ser la responsable de las consecuencias de éstos.
Además, me encantan las casualidades, las cosas que ocurren sin razón.
Las sorpresas.
Los giros inesperados.
Adoro todo lo que no tiene un porqué.
M
No hay comentarios:
Publicar un comentario